En el mundo hay más de 4.300 millones de usuarios de Internet, más de la mitad de la población mundial, ¿pero conocemos cómo funciona?
Hace ya más de 50 años que Internet comenzó a dar sus primeros pasos -ni sus impulsores eran conscientes de la revolución que esto supondría – , y desde entonces la red de comunicaciones global ha calado en 4.300 millones de usuarios en todo el mundo (más de la mitad de la población mundial). Tanto ha supuesto esta invención en nuestro día a día que el 60% de los hogares del mundo convive con Internet como un miembro más de la familia. Una revolución similar que no se producía desde la difusión de la radio.
Esta vía de comunicación global, que nos permite estar en contacto con cualquier rincón del mundo se ha convertido así en una de esas herramientas cotidianas a las que no damos la suficiente importancia hasta que, por avatares de una avería o una inesperada desconexión, deja de funcionar correctamente. Es entonces cuando, con nuestra bandeja de correo en un bucle eterno y con nuestro Instagram pendiente de las últimas actualizaciones de nuestros influencers favoritos, nos preguntamos cómo diantres funciona esta maravilla tecnológica. Pues bien, hoy te traemos la respuesta a tus dudas. Vamos allá.
Una gran teleraña de información
Si hay algo en la naturaleza que pueda ser comparable a Internet es la teleraña que minuciosamente se dedica a tejer ese arácnido al que siempre intentamos evitar. Y es que, la maraña de cables y telecomunicaciones que se encuentra detrás de la red es tan extensa como útil. Cuanto más robusta, más estable, rápida y eficaz será nuestra conexión.
El acceso a esta «telaraña» se hace con la contratación de un servicio de Internet, a través de un proveedor de servicios (compañías telefónicas), que son quienes a través de su propia red de transporte dirigen las comunicaciones hasta nuestro hogar. Pero incluso aquí hay matices, y es que esta red puede ser de fibra óptica, de cable coaxial o a través de medios inalámbricos. Esto depende del tipo de servicio que tengamos contratado con el operador.
Una vez esta conexión llega hasta la puerta de nuestro hogar, la información debe ser tratada y difundida para su uso, y esto ocurre gracias a la función de dos aparatos con los que ya casi estamos tan familiarizados como con el lavavajillas o el teléfono: el router y el módem. Aunque te parezcan lo mismo, ambos tienen sus particularidades. El router es la versión avanzada del módem, y nos permite conectar varios dispositivos a la vez: móvil, ordenador, tablet, televisión, consola… Este es el más extendido en los hogares hoy en día.
Un viaje de ida y vuelta
Bien, ahora ya sabemos que la red llega a nuestro hogar a través de una maraña de comunicaciones y que esta se desencripta gracias a un aparato. Hasta aquí todo correcto. Pero Internet no es un canal monodireccional, más bien todo lo contrario. Y es que el flujo de datos de uno a otro lado es lo que nos permite, por ejemplo, realizar una búsqueda. Nosotros mandamos un paquete de datos para obtener una respuesta que viene de vuelta, y así sucesivamente con cada movimiento que provocamos con un clic o una reproducción de un vídeo. Pero, ¿esta maravilla cómo ocurre?
La respuesta está en la información que nuestro router envía y recibe de los centros de datos. Estos equipos, cuya función es clave en el correcto tráfico de información multipunto, son los encargados de reunir la información de todos los usuarios de una zona y volcarla a la red. Es por eso que encontraremos equipos a nivel local, regional o nacional; dependiendo de la tipología de uso. Y es desde estos centros desde donde la información que estamos buscando es transportada a cualquier servidor en cualquier parte del mundo. De tal manera somos capaces de encontrar el menú de nuestro restaurante favorito o realizar la transacción online de la que estábamos pendientes.
Los centros de datos, claves para que internet llegue a nuestras casas
Para comprender su papel destacado en el acceso a internet, primero tenemos que definir qué es un centro de datos. Así, podemos decir que un data center es, en resumidas cuentas, una instalación tecnológica física que sirve para alojar servidores, redes, almacenamiento y otra serie de equipos tecnológicos e informáticos que permiten el correcto funcionamiento de un servicio de carácter digital; sea este el de un proveedor de servicios a particulares y empresas o el de una propia empresa. Así, los equipos instalados en un centro de datos, cuyo tamaño puede variar desde un pequeño armario a todo un edificio, contienen y facilitan las herramientas esenciales para garantizar el acceso a Internet, la conectividad de diferentes sistemas utilizados por particulares o empresas, el funcionamiento de aplicaciones para nuestro ordenador y móvil, o el almacenamiento y manipulación de millones de datos críticos.
Es en este último punto, los datos, donde podemos explicar de manera muy práctica por qué estos grandes almacenes digitales son tan relevantes. Todo un ejército de routers, switches, firewalls, servidores, sistemas de almacenamiento y controladores de entrega de aplicaciones trabajan incesantemente en la sombra para darnos accesibilidad y protección en el uso de los miles de millones de datos que intercambiamos y manejamos a través de Internet. Y es que, cuando hablamos de servicios tipo cloud (la nube), pasamos por alto que para que nuestra información deje de ocupar espacio en nuestros dispositivos, esta ha de ser almacenada en otro lugar. Pues bien, ese lugar es el centro de datos. ¿Imaginas que estos lugares no fuesen seguros, robustos y accesibles? Un volumen incalculable de datos privados (datos de cuentas bancarias, médicos, laborales, jurídicos…) quedarían accesibles para su uso fraudulento por terceras partes sin nuestro consentimiento. ¿Comienzas a entender por qué este desconocido es tan relevante?
Pues bien, esta infraestructura es, por naturaleza, evolutiva en términos tecnológicos y, durante los últimos años, ha ido mutando de una infraestructura estática formada por tradicionales servidores físicos con capacidades limitadas hacia una red distribuida, combinando las redes tradicionales con las redes definidas por software, siendo estas últimas mucho más flexibles que las redes tradicionales, permitiendo entre otros mejorar los servicios en cloud. Así, todos los data centers quedan interconectados en redes, ya sean de carácter público o privado, ofreciendo nexos de comunicaciones. Esto hace que, por ejemplo, una empresa sea capaz de ofrecer servicios como el correo electrónico y el uso compartido de archivos para sus empleados, aplicaciones y programas de productividad, gestión de relaciones de clientes (CRM), planificación de recursos empresariales, bases de datos, entornos de inteligencia artificial, servicios de comunicaciones…
- Infraestructura de red: Compuesta por los routers y switches, esta conecta los diferentes servidores, ya sean físicos o virtuales, junto con el resto de servicios del centro de datos.
- Dispositivos de seguridad de la red: Esos sistemas, entre los que se encuentran los firewalls y la protección contra intrusiones, protegen el acceso y garantizan que solamente usuarios acreditados puedan hacer uso de los centros.
- Sistemas de almacenamiento: Son la parte responsable de almacenar los miles de millones de datos que la infraestructura de red necesita para su funcionamiento.
- Servidores: Garantizan el procesamiento, memoria, almacenamiento y conectividad de red de los servicios para la puesta en marcha, por ejemplo, de una web o una app.
- Controladores de entrega de aplicaciones: Se encargan de mantener el rendimiento de las aplicaciones , su recuperabilidad en caso de error crítico y la disponibilidad de estas de una manera automática.
¿Quieres saber más sobre Centros de Datos o Data Centers y su factor clave para el uso de Internet? Aquí te lo explicamos en profundidad.